Los biocarburantes empiezan a abrir el apetito de la clase económica mundial

. viernes, 28 de septiembre de 2007

Por F. Xavier Agulló. Existen básicamente dos biocombustibles, el bioetanol o simplemente etanol (llamado E85 si contiene mezcla del 85% de este alcohol), elaborado a partir de productos agrícolas con azúcar (remolacha, maíz, caña, etc.), por el que apuesta EEUU y del que es líder mundial en producción Brasil, donde cerca del 30% de los combustibles usados y vendidos ya son biocombustibles, y por otro lado el biodiésel (llamado B30 en general, pues la mezcla al 30% es la más habitual), que tiene un especial desarrollo en la UE, y que se elabora a partir de plantas herbáceas como como la colza, especialmente, pero también la palma.

Los biocombustibles pueden provocar, y lo están haciendo ya de hecho, un aumento de los precios de productos alimenticios básicos como pan, leche y huevos (o las tortitas de maíz en México!!), ya sea porque se elaboran con dichos productos o porqué son alimento de animales, el pienso. Mientras el consumo de biocombustibles siga bajo, no provocará demasiados problemas, pero es probable que en los próximos años produzca tensiones entre alimentación y energía, con efecto no sólo en los precios, también en la falta de oferta y, por ende, problemas en la alimentación de la población de países en vías de desarrollo.

También puede provocar la deforestación de muchos bosques para convertirlos en terrenos de cultivo, dada la alta rentabilidad de estos productos. Muchas quemas provocadas de grandes superficies arboladas se suelen asociar a la práctica de 'desmontarlas' para poder establecer monocultivos, en general de colza o soja.

Por lo tanto hay dos vías 'razonables': recuperar para el cultivo muchas tierras abandonadas en Europa a raíz de la política agraria, o bien permitir que sea un elemento que permita desarrollar a los países del tercer mundo, pero con un estricto control de su producción, que no vaya en detrimento de la soberanía alimenticia, quizás con una certificación como la que existe para la madera (FSC) que garantice que se producen bajo criterios sostenibles.

Las ventajas para el cambio climático son claras puesto que elimina emisiones de CO2 y otros gases efecto invernadero como azufre, etc., pero si llega a provocar deforestación sus efectos podrían verse más que compensados en lo negativo, y acabar generando indirectamente una aceleración del cambio climático al reducirse el espacio arbolado que almacena el CO2, en especial en países tropicales, donde están los auténticos 'almacenes' de CO2.

En cualquier caso, que los biocombustibles generen ya apetito entre la clase económica mundial es una buena señal, pues significa que interesa y que se puede expandir con fuerza y rapidez. Pero sin mecanismos de control es imposible que este planeta en el que vivimos, y del que por el momento no podemos irnos, salga ganando.

Mientras tanto es necesario seguir investigando, invenciones como el petróleo vegetal elaborado a partir de algas y con exactamente las mismas propiedades que el fósil pero sin sus problemas, deben ser una propiedad para todos los gobiernos y la nuestra sociedad... Aunque veremos si ello 'interesa'...

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