Por F. Xavier Agulló. Hoy se cumple un nuevo Día Internacional
de las Personas con Discapacidad, y con ello un nuevo canto de sirena. De poco sirve 'celebrar' si no se actúa en su favor. En el caso español también se habrá cumplido este año 27 años de incumplimiento de la Ley de Integración Social del Minusválido (LISMI), tanto que ya ni tan sólo se llaman así a las personas con diversidad funcional.
Nunca jamás, ni empresariado ni sindicados han mostrado interés alguno por insertar laboralmente, y por ende socialmente, a dichas personas. En la negociación de convenios colectivos entre ambas partes sobrevuela el negro pacto táctico para evitar el tema.
No parece que tenga que ser tan difícil cumplir con la cuota del 2% de personas con discapacidad en la plantilla, y menos aún existiendo medidas alternativas que permiten comprar a centros especiales de empleo o donar. Aún así sigue latente la mucha gente que vive de conseguir certificados de exención de dicha ley a las empresas que no quieren (aunque algunas pocas realmente no pueden) integrar personas con discapacidad.
Es cierto que no todo el mundo puede integrarse en la empresa ordinaria, para ello se dispone de los centros especiales de empleo (CEE), o centros ocupacionales. Pero aún así el porcentaje de cumplimiento de la contratación directa de personas con discapacidad sigue siendo demasiado bajo. No valen excusas como "no encuentro a nadie con dos licenciaturas, un máster, tres lenguas, informática nivel NASA y con avión reactor propio".
Lo único que se puede conmemorar, que no celebrar, es la 'incapacidad' de la sociedad para integrarles, pues ni tan sólo las administraciones públicas cumplen con dicha ley.
Basta que se tenga en cuenta que desde la empresa ordinaria:
- No se debe atender exclusivamente a los servicios públicos de intermediación laboral, sino a servicios especializados que prestan normalmente entidades sin afán de lucro, y algunas fundaciones de empresas de trabajo temporal.
- Para integrar una persona con discapacidad en la empresa se dispone de estos múltiples servicios de intermediación en inserción laboral, que no sólo seleccionan la persona sino que también en los casos requeridos, como en discapacidad intelectual o psíquica, pueden realizar trabajo en apoyo.
- La organización no puede pretender obtener sólo ventajas fiscales, debe saber que es necesario adaptar los puestos de trabajo, sensibilizar al resto de la plantilla y colaborar con entidades externas.
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