Ser responsable con uno/a mismo/a

. viernes, 28 de diciembre de 2007

Por Anaiz Quevedo. Cuando inicié mis lecturas sobre Responsabilidad Social entendí que es un tema clave a nivel mundial y especialmente en mi país (Venezuela) donde oír hablar de él acerca a una población que lucha por no permanecer dividida.

Desde que me involucré con la RSE he conocido a decenas de grupos, redes y personas con sabiduría y enormes ganas de aportar. Todas con ideas espectaculares, cientos de libros leídos, escritos interesantes o actividades multiplicadoras. Pero me preocupa que sólo un porcentaje de estos maravillosos seres humanos, dedican tiempo de calidad para si mismos.

Claro mirar hacia el árbol para amar al bosque luego es un ejercicio de libre albedrío. Nadie puede obligar a otras personas a dar a su entorno lo que ha trabajado interiormente primero.

El agotamiento laboral, la falta de conciliación entre la vida personal y laboral son síntomas de que algo en cada cual no anda bien. Creo en un balance que incluya todo lo que somos (alma, cuerpo, mente) porque de lo contrario estaríamos siendo incoherentes.

Actuamos con coherencia cuando damos lo que tenemos y con sinergia cuando no andamos en divisiones en partes haciendo mil trabajos que no se relacionan ni entre sí ni con lo que nuestra voz interior u otra gente llaman: misión de vida.

Día a día conozco a personas que se dedican a la responsabilidad social con todos sus sentidos pero no son responsables con su entorno familiar. Y son muchas, porque como el tema de RS anda en el tapete pues hay quienes la tienen como su principal actividad lucrativa lo cual a mi juicio no tiene nada de malo. Tener pedigrí en RS con especializaciones cada vez más necesarias, es un bien escaso, un servicio demandado por muchas empresas, fundaciones y Organizaciones de Desarrollo Social que quieren progresar en este sentido.

¿Pero hasta que punto se puede hablar de ser responsables si mientras me ocupo de hacer responsables a otra gente, soy irresponsable conmigo?

Conozco a personas casi autómatas, terminando un proyecto de responsabilidad social para comenzar otro, casi sin respiro, sin unas vacaciones, comiendo cualquier cosa en la esquina o un sándwich porque no da tiempo ni para alimentarse como Dios manda.

Veo y sé de estas experiencias casi a diario. Y no logro entender como estos seres, muchos grandes líderes, no ven que la base de lo que están ofreciendo como productos, se basa principalmente en ellos mismos.


La clave del desarrollo es la gente. Insisto lo que siempre he escrito y dicho, tarde o temprano nos damos cuenta “que no podemos dar lo que no tenemos: los cambios que buscamos fuera comienzan por dentro".

1 Comentarios:

José Bernardo dijo...

Nuestra buena amiga Anaiz ha sido muy consecuente con lo planteado en esta oportunidad. En diversos de sus magníficos aportes, se desprende a veces implícita o explícitamente, su preocupación por la responsabilidad individual, como premisa de la responsabilidad social.

¿Ejercer la responsabilidad social, cuando hacia lo interno tenemos serias fracturas en materia de responsabilidad?

Es un asunto de COHERENCIA. De lo que se piensa, se dice y se hace. Creo haber hecho mención en algún comentario anterior, sobre la Prueba Cuádruple de Rotary, que es una especie de marco ético, construido sobre la propuesta de COHERENCIA en todas las dimensiones del ser humano.

Hace pocas semanas, tuve conocimiento de una cita que lleva a la reflexión:

La vida que soñamos, determina la vida que vivimos.

¡Suena bien! Sin embargo, muchos podrían sugerir este ajuste:

La vida que soñamos: ¿Determina la vida que vivimos?

Si promovemos un mundo pleno de justicia, debemos empezar por revisarnos nosotros mismos.

Si exaltamos la importancia de la responsabilidad hacia los demás, no debemos soslayar la importancia de revisarnos a nosotros mismos, incluyendo nuestro entorno inmediato.

Como decíamos antes, es un asunto de COHERENCIA. Pero... ¡qué difícil es ser coherentes!

Al Pacino, en su extraordinario personaje de la película Perfume de Mujer, defiende al joven estudiante a punto de ser expulsado de una prestigiosa universidad, porque no quiso convertirse en delator de otros compañeros que habían dañado un vehículo del Director de dicha institución.

Decía el personaje de Pacino, que la universidad promovía la delación como un valor a seguir; y dejaba de lado que los responsables de la infracción, de familias muy pudientes, no habían dado un paso al frente, asumiendo las consecuencias de sus actos. Esto hubiese sido un claro ejemplo de responsabilidad.

Pero el joven sin recursos, becado, que no quería convertirse en delator, estaba a punto de ser expulsado.

El personaje invidente de Pacino exaltó la coherencia de este joven, que a pesar de que exponía incluso el futuro de su familia, decidió ser consecuente con sus principios.

Por el contrario, refiriéndose a sí mismo, Pacino reflexionaba: las decisiones correctas, son generalmente las más difíciles. ¡Por eso me equivoco tanto!

De esto se trata, de ser consecuentes con los principios y valores, tener coraje, asumir las consecuencias de las acciones y omisiones.

Satisfacer las propias necesidades, dentro de un marco de respeto; y tomar en cuenta las necesidades de los demás, con base a la fortaleza que genere nuestra propia realización.

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