La Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI): una amenaza para las microfinanzas

. martes, 10 de julio de 2007

Por F. Xavier Agulló. Hace unos meses, camino de las ruinas de Copán desde San Pedro Sula pude observar con el lento avanzar del 4x4 en el que me trasladaba multitud de carteles de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), que indicaban proyectos financiados (o subvencionados). Fue curioso ver como todos ellos apenas se mantenían en pie a causa de múltiples pedradas, golpes e incluso perdigonadas. Supongo que era más una cuestión de diversión que de animadversión. Pero me ha venido ahora a la cabeza mientras leía durante el almuerzo una entrevista a Damian Von Stauffenberg, presidente de MicroRate, en la revista especializada Compromiso Empresarial (revista que por cierto me despierta cierta antipatía en su línea editorial de opinión, demasiado neoliberal y al servicio de grandes corporaciones, aunque por el resto los contenidos son profesionales).

Las microfinanzas, y en concreto los microcréditos, se han convertido desde hace unos años en la piedra angular de muchas políticas y, por ende, esperanzas, en pro de la lucha contra la pobreza. Tanto es así que no sólo el sector empresarial ya apuesta por ellas por su manifiesta rentabilidad, sino también el sector público muestra su interés en ellos.

Expone Von Stauffenberg que la AECI se ha convertido en una de las principales valedoras de entidades que fomentan el microcrédito, pero con el handicap de recaer una buena parte del apoyo en entidades ya de sobras consolidadas, y a menudo prestando su ayuda a un interés subvencionado, con lo que no se permite la necesaria autoregulación y profesionalización del sector.

Es eterna la discusión en si a colación de los temas de RSC los tres sectores (empresarial, público y no lucrativo) se pisan mútuamente en sus funciones. Pero estoy de acuerdo con Von Stauffenberg en que las agencias públicas, como la AECI, deberían centrar más su atención en proyectos con más riesgo, difíciles de administrar y todavía no consolidados.

Aunque luego terminen sus carteles informativos torpedeados a piedras, perdigones o mamporrazos.

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