El valor de la indignación del 15-M ante la ausencia de responsabilidad individual

. miércoles, 22 de junio de 2011

Por F. Xavier Agulló. Como el mismo Stéphane Hessel intuye y apunta, seguramente la indignación es el primer paso hacia el compromiso. Pero lo cierto es que el movimiento vivido con especial intensidad en las calles españolas carece de una base sólida: quejarse es gratis, pero comprometerse y responsabilizarse ya no lo es tanto.

Es por ello que sólo hemos podido observar pancartas contra la clase política y la banca, pero no he visto ningún llamado a asumir la responsabilidad social individual, o colectiva como sociedad, al consumo responsable por ejemplo. Parte de quienes han abarrotado las calles seguramente vestían camisetas de 3 € compradas en cualquier mercadillo y sin haberse preguntado qué impacto sobre los derechos humanos tuvo su fabricación, o sobre el medio ambiente.

Porque se quejan de la clase política, pero no asisten a los órganos de participación ciudadana aunque sirvan de poco, porque se quejan de la banca y su especulación, pero no atienden a su propia responsabilidad con el consumo, porque se quejan de la injusticia pero no asisten a las asambleas de las ONG a las cuáles asiste la gente de siempre.

La cuestión no es que no haya democracia suficiente, la cuestión es que piden más democracia cuando aún no han agotado los medios que la actual ofrece. O bien caen en el error de politizar el movimiento, como cuando se tiene que someter a votación un derecho humano como la libre autodeterminación de los pueblos (y sólo se hizo en Barcelona, estoy esperando en Madrid que hagan lo suyo).

Y es que el sistema hay que cambiarlo desde dentro, todos estos grupos antisistemas y okupas que han copado mayoritariamente el movimiento son los primeros en caer en el error de quejarse y no hacer nada, más que acampar en un espacio público, para lo cuál es poco el esfuerzo necesario.

Me gustará ver cuanta de toda esta gente sigue el llamado de Hessel y pasa de la indignación al compromiso. Porqué es muy fácil culpar a otras personas o partes, y muy difícil asumir la parte alícuota de culpa en el funcionar y devenir del sistema.

Tres ideas para el movimiento 15-M:
1.- Difundan valores de cambio a la sociedad, no atacando simplistamente a la clase política o la banca que al fin y al cabo tenemos lo que nos merecemos con nuestra falta de compromiso.
2.- Promuevan pancartas en favor de un consumo responsable, sólo con ello podemos cambiar el mundo.
3.- No se limiten a mensajes populistas, llenen sus pancartas de propuestas constructivas y realistas.

2 Comentarios:

Juan Andrés Cano García dijo...

Xavier,

Estoy deacuerdo en lo esencial contigo: antes de achacar responsabilidades a otros hay que pensar en la responsabilidad individual. Sin embargo, tengo un matiz que hacer y tengo algo que agregar.

El matiz: no son sólo ocupas o antisistema. Yo no he estado metido en las acampadas o en las asambleas, pero creo que tenemos que insistir que hay muchos más "indignados" de todas las clases, edades y casi ideologías. Yo mismo vi familias enteras entre los más de 90.000 que marcharon por Barcelona. Estoy de acuerdo que muchas peleaban contra las "hipotecas de los bancos", olvidando que ellos mismos fueron los que tomaron estas hipotecas. Sin embargo, son familias diversas, que están empezando a participar de un ejercicio democrático, que comienza por la indignación.

Algo para agregar a tu idea: creo que hablar de la responsabilidad individual es importante, pero también es importante hablar de la responsabilidad al interior de las organizaciones. Es necesaria una ética de las organizaciones. Y me refiero a la ética de las asambleas de barrio, de los grupos sociales como clubes, y también de las Empresas y las ONGs. El movimiento responsabiliza a políticos y banqueros, pero la realidad es que hay otras organizaciones que son parte de las imperfecciones del sistema. Por ejemplo, hay que hablar también de cómo la burocracia de las agencias de Naciones Unidas o de la Unión Europea y de muchas ONGs son también parte de todo el problema.

Agradezco tu post. Creo que es valiente y dice cosas que he oído poco.

Vanessa R. Ruiz-Calero dijo...

Aunque comparto aspectos de tu opinión, ya que describes fielmente una pequeña parte del espectro, me voy a centrar en las discrepancias. Cómo no, sino no habría discusión.

En primer lugar, creo que el estado del mundo nos está exigiendo a tod@s integrar las polaridades y sostener nuestras contradicciones internas tanto individuales como colectivas, y NO eliminar a ninguna de ellas, estén representadas por banqueros u ocupas. Con ambos me he relacionado estos días secuencialmente y ¡simultáneamente!

Muchos hemos transitado las calles y hemos ocupado las plazas públicas estos días para manifestar opiniones, escuchar y hacer propuestas, de la misma manera que solemos hacerlo en los espacios privados. ¿O Acaso los valores que nos rigen en la privacidad de libertad, respeto, confianza y diálogo no son extrapolables al ámbito público? Por lo visto, hace tiempo que no, que vivimos en base a unos valores y trabajamos regidos por otros, en una esquizofrenia que nos ha enfermado como individuos y como sociedad.

Yo, personalmente, participé en la primera marcha del 15m acompañada de un banquero, una maestra, un economista, un psicólogo y una actriz, entre muchos otros profesionales y estudiantes. Quizás lo que teníamos en común era habernos indignado hacía mucho tiempo y haber redirigido nuestras vidas personales y profesionales, con mayor o menor fortuna, hacia una mayor consciencia de la responsabilidad de nuestras opiniones y comportamientos.

El compromiso con la transformación iniciada hace años nos impulsó a apoyar a los recién despertados, bastante más jóvenes que la media de edad de mis acompañantes, y a dialogar con ellos en las ágoras de las plazas públicas, como he hecho durante toda mi infancia y adolescencia en las calles de mi barrio, pero esta vez con desconocidos.

En el caso de mis acompañantes y la propia, todos tenemos ocupación, casa en propiedad, de alquiler o con una hipoteca de las de hace años, y por tanto, sostenibles; y proyectos de vida más o menos estables. ¿Qué hacíamos allí, entonces? Ciertamente, no nos sentíamos del todo cómodos con algunas pancartas, porque todos somos políticos en menor o mayor medida, o sino qué se lo pregunten al presidente de mi escalera. Pero imagino que somos sensibles al sufrimiento de quienes lo están pasando realmente mal por decisiones desafortunadas fruto de responsabilidades compartidas, cierto, pero no igualmente ponderadas. ¿O acaso tiene la misma responsabilidad un supuesto experto que aconseja a su cliente, que éste confiado de la profesionalidad de su interlocutor? Responsabilidad compartida sí, pero en grados diferenciados. Por lo que las consecuencias de la irresponsabilidad colectiva no han de caer ante todos por igual, y mucho menos, de manera invertida, culpando de burro ignorante al actor más débil.

No puedo sentirme satisfecha en un mundo en que se desprecia a quienes lo pasan mal y sí, me siento responsable, no libre de pecado como para enjuiciar a mi vecino, aunque no me gusten sus “pintas” o su estilo de vida. Seguro que yo pude haberlo hecho mejor.

Me siento feliz del despertar de la crítica constructiva, pero sobretodo, de la autorresponsabilidad individual, porque yo sí he oído autocríticas y propuestas. Será porque yo sí he estado ahí…incluso con “perroflautas”. Uff, ¿se me habrá contagiado algo? Puede. Así que quien no quiera arriesgarse a que se le transfiera la enfermedad, que no se acerque, aún podéis salvaros. A otros, ya nos condenaron, y sí, confieso el pecado de haber estado ahí.

Entradas anteriores