Iberoamérica: Entre la RSC genética noreuropea y la RSC filantrópica anglosajona

. martes, 2 de marzo de 2010

Por F. Xavier Agulló. Los valores de las sociedades configuran sus formas de hacer. La RSC, que como tal no nació precisamente en Iberoamérica, en la Europa y América latinas, ha tenido que ser adaptada a nuestro entorno cultural, y no siempre se ha hecho coherentemente.

En sociedades del centro y norte de Europa, donde el Estado siempre ha tenido un papel activo en la cobertura de las necesidades sociales proporcionando un estado del bienestar aceptablemente desarrollado, ha hecho que muchas empresas se hayan adaptado a una cultura que genéticamente contiene valores responsables. En gobiernos escandinavos la RSC depende más del ministerio e asuntos exteriores más que del de trabajo, economía o industria. Porqué les interesa más qué hacen sus empresas allende sus fronteras que no en su propio país, pues ya tienen una seguridad que la RSC forma parte del código genético. Las empresas han asumido responsablemente su rol dentro de dicha cultura asumiendo a menudo muchos retos más allá de las ya estrictas legislaciones vigentes.

En cambio, en sociedades anglosajonas como EEUU o Reino Unido, el Estado siempre ha sido menos intervencionista, por lo que ha sido el binomio empresa-comunidad el que ha fomentado una cultura de la protección 'voluntaria', acaso en la búsqueda de aquello tan anglosajón de perpetuar el nombre de la empresa o de la persona en el futuro. En una ocasión, cuando falleció la madre de una directora catalana de unas bodegas familiares en California, rápidamente le propusieron que para perpetura su nombre construyese una escuela o una nueva ala de un hospital. En fin, no en vano la entidad de referencia en Reino Unido de la RSC se llama Business in the Community.

En la Europa y América latinas, en Iberoamérica esencialmente, nos encontramos entre una y otra cultura. Cuando hemos querido trasladar la RSC genética noreuropea, en especial en la Europa latina pero no sólo, nos hemos encontrado con que no existe realmente una sensación de obligación moral o ética en la integración de la RSC en las organizaciones, de modo que las políticas sufren de faltas en su coherencia y estrategia, y no se ven compensadas con las coberturas que los estados proporcionan.

Por otro lado, cuando hemos querido adaptar la RSC filantrópica anglosajona, en especial en la América latina pero no sólo, su voluntarismo ha resultado en muchos casos en una simple fachada que no tenía correspondencia ni con las políticas hacia el personal ni con el core business. Simplemente es así porqué no existe el mismo código cultural y de valores en nuestras sociedades.

La RSC debe responder a los valores culturales de cada sociedad, sin resultar un simple trasplante de otros entornos culturales. La RSC llegó más tarde, pero acaso no hemos sabido adaptarla.

Hablando una vez con un experto latinoamericano, me comentaba que en España había observado atisbos de una forma distinta de concebir la RSC, una RSC que podríamos llamar gestionada o estratégica. Bajo esta óptica, dado que no tenemos la genética noreuropea ni la ética voluntarista anglosajona, la RSC debe adoptar la forma de una búsqueda de la excelencia en la gestión de las organizaciones. No es casual que haya sido en Iberoamérica donde ha nacido y ha tomado relevancia una norma de gestión como la SGE 21, que igual no es necesario en el norte y centro de Europa porqué su código genético sustituye a cualquier norma, ni tampoco en el mundo anglosajón porqué la relación entre empresa y comunidad es muy intensa y veraz.

Lejos pues de un simple trasplante, Iberoamérica requiere de una búsqueda de un modelo propio de RSC, acaso más basado en el hecho de buscar la forma en que ésta aporte ventajas a las organizaciones bajo una óptica de búsqueda de la excelencia, alineada con los objetivos de las organizaciones para ser sostenible en el tiempo, buscando un ganar-ganar con sus grupos de interés, donde todo el mundo gane y nadie pierda.

Para adoptar pues una RSC gestionada es bueno que:

1.- No pretendamos imitar a otras sociedades con códigos culturales distintos.
2.- Concibamos la RSC como algo que hay que construir, que no existe per se sino que hay que negociar con nuestros grupos de interés.
3.- Adoptemos esquemas de gestión de la RSC, ya sea basado en normas de gestión como la SGE 21, marcos de calidad total como EFQM o buenas prácticas de ISO 26000. La RSC tiene que aportar ventajas a medio y largo plazo.

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