
Supongo que si la nueva campaña de Dolce & Gabbana es "arte" muchos ojos verán en ella lo artístico de... de... ¿unos policías "buenos" que detienen a una mujer? O de... Bueno, quizás vean algo de artístico, yo sólo veo una violación sexual múltiple de una mujer por parte de cinco individuos muy machotes ellos, a la estética más 'chic' de los gyms modernos. Díganme sencillo, díganme perverso, díganme ocluso, díganme anticuado. Pero ante el poder de los medios, las imágenes crean dogma y sientan "legitimidades".
Si con los cartoons o dibujos animados japoneses hemos conseguido fomentar y legitimar la violencia entre la infancia (¡qué tiempos aquellos con Heydi, Banner & Flappi o La Abeja Maya!), no me digan que este anuncio es inocente, menos aún me digan que es arte. Si esto es arte, el arte es una mierda y prefiero ser inculto a los ojos de "tan avanzadas mentes creativas".
Después de que esta campaña fuera prohibida en España por la denuncia del Instituto de la Mujer, los creadores italianos que sellan con su nombre a forma de validación esta violación sexual, dijeron que "con esto España se queda un poco más atrasada". Prefiero ser "atrasado" a tener que valorar el arte de una violación sexual de una mujer en plena calle el 2.020, cuando se haya convertido en la distracción progre-cultural de la nueva década.
Yo personalmente grabaré en mi memoria el atentado social de estos "artistas" progres italianos, para valorar a mis propios ojos el arte que vea en sus productos en las tiendas, y entonces afirmar que "me siento demasiado atrasado para comprar esto". Invitaré a mis amistades a que hagan lo mismo, a advertirles que hay que ser "avanzado" para comprar este "diseño-porquería".
Hace unos años recuerdo una resolución judicial de un juez ante una denuncia de una mujer, de edad avanzada, a su ginecólogo por tocamientos no profesionales. En ella le quitaba la razón a la denunciante porque "dada su edad debería estar agradecida por que alguien se interesara sexualmente por ella". Y punto pelota.
¿Punto pelota? No olvidemos el poder de los medios, y de marcas tan poderosas en lo afectivo como Dolce & Gabbana. Banalizar la violación sexual, vistiendo un diablo de santo, vistiendo una violación de sueño de toda mujer (como defienden estos impresentables), no hace otra cosa que fomentarla. No quitemos importancia a hechos aparentemente inocentes en una sociedad mediatizada como la actual, donde buena parte de la ciudadanía se acomoda en el sofà para tragarse lo que les echen a través de la televisión u otros medios. En un entorno relajado, un sofà, una silla del metro, un anuncio en una valla,... todo parece inocente, y vamos así banalizando hechos tan graves como este.
Ya no hablamos de responsabilidad social nula de esta empresa, hablamos de ilegalidad o inmoralidad de sus planteamientos publicitarios.
Uso palabras duras conscientemente, no por impulso momentáneo. Dichas acciones sólo es posible atajarlas con mensajes duros. Es de lo más irresponsable y contrario a la ético que he visto en años.
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