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. domingo, 13 de noviembre de 2011

Por Cristina Almirall. En España los efectos de la crisis están siendo demoledores para las plantillas y el empresariado, ya que la tasa de paro del país está situada en un 20% y desde que estalló la crisis, hace tres años, 178.468 empresas se han visto obligadas a echar el cierre.

En concreto, las cuentas de la Seguridad Social muestran el siguiente balance: la mitad de los casi 5 millones de las personas paradas ya no reciben la prestación de desempleo, más de dos millones de personas han dejado de cotizar desde julio de 2007, y miles de empresas se han visto obligadas a cerrar por el estancamiento de la economía.

Es una realidad, cada año, somos más pobres y estamos cada vez estamos con más endeudamiento: en España, el 21,8% de los hogares se encuentra por debajo del umbral de riesgo de pobreza. Esto quiere decir que tienen menos de 627 euros por persona al mes para subsistir. Los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en su Encuesta de Condiciones de Vida pintan un panorama desolador.

Los datos son demoledores. El Ministerio de Trabajo señala que en España se han cerrado 67.907 empresas desde enero de 2009 hasta julio de 2011, pasando de 1.527.539 compañías a 1.459.632.

Es dramático pues en cada número hay una persona y familia con una historia que invita sin duda a que los agentes sociales, económicos y políticos unan seriamente sus esfuerzos, recursos y programas, y traten de ayudar y dar la orientación necesaria para parar el duro golpe de la crisis.

Esto significa no sólo un esfuerzo humano y de trabajo, sino también un esfuerzo económico de todas las entidades públicas y privadas implicadas. Además un esfuerzo de llegada a convenios o acuerdos para que se cuente tanto con la colaboración de colegios profesionales, entidades y programas ya existentes, como de empresariado de reconocida trayectoria y medios de comunicación.

El empresariado en situación de dificultad interpela a que los poderes públicos y privados se ocupen y pongan en marcha un programa territorial y colaborativo de responsabilidad social corporativa para asesorar, dar apoyo y orientar a todas aquellas personas empresarias, autónomas y emprendedoras que, dada la situación actual de la economía, están en dificultades, se han quedado sin trabajo y necesitan ayuda empresarial, profesional, económica o psicosocial.

Una cosa es cierta, escuchando las historias de las personas, se escuchan vivencias difíciles y únicas. Pues el camino a la solución se define como complejo pero no imposible. Porque el talento que toda persona tiene en sí misma, ayuda a que cuando ésta tiene todas las ganas de salir adelante salga. El camino de las personas que han fracasado es complejo pues empieza desde el reconocimiento de las dificultades y posteriormente por la petición de ayuda.

Las entidades públicas y privadas no pueden sustituir al Estado, sí pueden trabajar con él para ofrecer la protección social básica para tener una sociedad mínimamente cohesionada y justa.

Por ello, es fundamental trabajar de manera colaborativa y crear una red de asistencia para evitar que una persona que ha luchado muchos años por sacar su negocio adelante se quede engrosando las lista de los centros de salud o centros psiquiátricos.

Pues además de la asistencia psicológica estas personas necesitan que a través de entidades colaboradoras, se ofrezca un servicio de orientación empresarial, profesional y socioeconómica.

Hoy más que nunca es imprescindible, no sólo dedicar todos los esfuerzos en quienes emprenden, sino reforzar el tejido productivo, de manera que cuando una persona empresaria se dirija a alguna de las entidades públicas y privadas a explicar su situación, éstas sepan cómo tratarlo y dónde derivarlo de manera integrada.

Así, si las Cámaras de Comercio, Patronales, Medios de Comunicación, Fundaciones, Empresas Públicas, Colegios Profesionales, entidades sin ánimo de lucro, entidades privadas, entidades financieras...se unen para trabajar conjuntamente, será más fácil salvar a estas personas y dar soluciones, recuperando la experiencia y conocimiento del empresariado y reforzando la competitividad.

Los servicios dedicados a este sector de la sociedad debe permitir que estas personas encuentren formas de reorientación de sus negocios, para que no los cierren, o de reorientación de sus vidas para que se adapten a las situaciones críticas en las que se encuentran, siendo capaces de encontrar un trabajo o de reorientarse empresarialmente.

Necesitándose para crear una nueva empresa o reorientarla la concesión de microcréditos.

La realidad impera. Muchas personas han bajado la persiana después de tener su propia empresa durante muchos años. Y muchas están a punto de hacerlo. La sensación de fracaso y la falta de recursos de apoyo conducen a muchos de ellos a un pozo del que es muy difícil salir. Por ello es importante que exista este servicio compartido y colaborativo.

Es bien sabido que aquellas personas que son golpeadas duramente por la crisis están en una situación muy vulnerable y se ven afectadas en su capacidad emocional, psicológica y económica; por ello es importante que personal cualificado y experto les retorne la confianza y autoestima y recupere sus capacidades y potencialidades.

Pues haciéndolo se evitará que las personas empresarias o autónomas se queden sin trabajo, y se queden en un profundo desánimo. Incapaces de elevar su ánimo para salir adelante.

En conclusión es fundamental, trabajar desde la sociedad de manera coordinada para crear redes de apoyo, unir esfuerzos y optimizar los programas que hay existentes. Porque mientras no descienda la tasa de paro en el país y no cierren tantas empresas y siga habiendo medio millón de hogares sin ningún ingreso se seguirán incrementando las personas en situación de pobreza.

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