
Vaya por delante que les habla un católico practicante, aunque sea uno de esos que practica el
catolicismo a la carta como lo bautizó Benedicto XVI. Pero con la
controversia que ha provocado la incontinencia verbal del máximo representante de la Iglesia Católica al opinar sobre una religión que no es la suya, creo que viene a colación este post por su impacto en el diálogo de civilizaciones y el desarrollo sostenible de la Humanidad.
Es conocida la postura obstruccionista del Vaticano a muchas de las
políticas de desarrollo de comunidades enteras de todo el mundo, en especial en lo relativo a los métodos anticonceptivos para el
control del VIH/SIDA/AIDS y la planificación familiar. Es conocido también el
coitus interruptus que provoca cada vez que alguna
corriente reformista, como la
teología de la liberación latinoamericana, intenta mejorar nuestra Iglesia y, por ende, nuestro Mundo.
En los últimos años ya estamos viviendo grandes
confrontaciones sociales, con la sustitución de la Guerra Fría por la Guerra Santa, y la aparición de líderes políticos y religiosos integristas mundiales que, a un lado y a otro, se creen propietarios de la verdad absoluta de Dios (por cierto, el mismo dios de Abraham para ambas partes).
Y me pregunto como puede todo ello
encajar tan a la perfección,
ni que sea por casualidad, con algunas interpretaciones de las predicciones de Nostradamus y otras del calendario
maya...
Dicen algunos (pues cada maestro tiene su librillo), que Nostradamus predijo que Juan Pablo II iba a ser el penúltimo Papa. Digo yo que, haciendo números, el actual debe ser el último según eso. Por su parte, el calendario maya fija para el 22 de diciembre de 2012 el final del cuarto ciclo solar de 5125 años, que debería marcar el final de la Humanidad tal y como la conocemos, ya sea para bien o para mal, e iniciar una última quinta fase.
Tal y como están las cosas, las confrontaciones, los abruptos verbales y las manipulaciones mediáticas a ambos lados, me pregunto por qué se entestan nuestros/as líderes en hacer que esas predicciones acaben siendo más certeras que el boletín metereológico de ayer.
Desearía pensar que la creciente corriente civil y social subyacente, como mar de fondo, a todo tipo de políticas y religiones, vaya a poder hacer algo más para el 23 de diciembre de 2012 que todos aquellos que se atribuyen la responsabilidad.
La responsabilidad social no es sólo de empresas, del tercer sector o de las administraciones. La sociedad civil y los consumidores y consumidoras tienen un papel clave para cambiar el mundo. Esperemos que en ese 22-D de 2012 haya un cambio de propiedad de esa paella que llamamos Tierra.
>POST RELACIONADO: RSE y religión: ¿relación histórico-pasada o genética?
>POST RELACIONADO: Cojamos pico y pala
>POST RELACIONADO: Territorios Socialmente Responsables
>CATEGORÍAS RELACIONADAS: Desarrollo sostenible / Derechos humanos